
En un día de esos cuando la luna no
está, me recordaste el sabor de un beso,
Después de unos meses me enganchaste a
tu mal,
Sin poder despegarme de ninguno de ellos,
No hubieron semanas que me
invitases a pensar, que los te quiero nunca se los lleva el viento, Vino el
invierno, cogió su oportunidad, inundando tus palabras en su hielo.
Al cabo de
un tiempo y de tanto mojar mi almohada en un llanto de celos,
Me confesaste que
todo fue real,
Menos que el tiempo nunca es eterno,
Que algún día vendrías a
rescatar,
Los pedazos de sueños que hilaste con tus dedos.
Pasaron años y creo
recordar,
Que llegaste sin abrigo y sin cielo,
Me suplicaste que te dejara
intentar recomponer la prosa de uno de tus viejos versos,
No me escondí y dejé
escapar "El tiempo nunca es eterno",
Volé tan alto que la tierra me
costó pisar,
Quedando entre mis recuerdos,
El único pedazo que no se pudo
arreglar,
Algunos de tus besos.