O si os pasa
continuamente.
Hace muy poco
volví atrás en el tiempo. Recordé cómo era antes, qué ilusiones me tenían
atrapado ––incluso–– los
miedos que tuve en su momento. Me dije “joder,
Tomás cómo has cambiado”. Y esto, soñadores… Es magia.
Sí, la verdad es
que la vida da muchas (demasiadas) vueltas. Y no las ves venir. Jamás imaginé
que en algún momento de mi vida iba a estar a cientos de kilómetros de
distancia, abrazando a personas que parecían desconocidas y se volvieron
conocidas, redescubriendo el término de amar y conociendo en la propia piel lo
que es echar de menos de verdad. No esa de estar a dos minutos de casa y te
echo de menos, así sin más. No, la de verdad. Esa que rompe con todos los
medios, la que te ordena a depender de un transporte para ver a los que quieres
o la que pacta que sólo podrás verles y no tocarles a través de un teléfono
móvil.
Qué curioso,
¿verdad?. Curioso que haya mirado hacia atrás y ver que lo tenía todo, y no
crecía, no avanzaba, no era el “Yo” sincero, de corazón. Curioso que a veces
tengas que salir de eso que llaman “Zona de Confort” para descubrirte, para
enamorarte, para soñar, para aventurarte, para renacer… pero eso sí, de
corazón. Y no os voy a mentir. Todos los días extraño, todos los días vuelo en
sueños. No hay ni un maldito día que no piense cuánto me estaré perdiendo. Sin
embargo, cada día me doy cuenta de lo mucho que había perdido por no atreverme
a volar.
Por eso yo os
animo, soñadores: Si tuvieseis alas…
¿A dónde
volaríais?